SANAR nuestra niña

Cuando nos convertimos en madres, y aún con más fuerza en esos primeros tiempos de simbiosis casi total con nuestro bebé, nos vemos atravesadas por nuestra propia vivencia de crianza.
Laura Gutman plantea que nos sumergimos simbólicamente en un espacio de fusión emocional con nuestro hijo/a en el que sentimos las necesidades de nuestro bebé como propias y viceversa. Esto nos permite decodificarlo y satisfacer sus demandas, sin embargo a veces también puede tener un gran costo.
Existen muchos motivos por los que reiteradamente tenemos que salir de esa “agua fusional” en la que estamos nadando con nuestra cría. Algunos tienen que ver con cuestiones presentes y del contexto que me rodea, pero también van a haber otros que se relacionan con el pasado, con nuestra historia.
Por momentos permanecer en fusión emocional con nuestro bebé se nos puede volver insoportable, ya que nos conecta con nuestras propias vivencias antiguas de carencias, soledad y dolor.
Esa entrega, disponibilidad e incondicionalidad que estamos experimentando con nuestro hijo/a puede ir a contrapelo de nuestra historia de crianza, y eso duele.
Estos saltos hacia afuera de ese estado fusional, no se dan de forma consciente.
Por eso es muy importante comenzar el camino de sanar a nuestra niña que sintió dolor, soledad o desamparo; primero que nada para sentir mayor bienestar en nuestra vida, y ahora que nos convertimos en madres para permitirnos quedarnos en ese estado de fusión emocional con nuestro bebé.
La maternidad se vuelve una gran oportunidad de resignificar vivencias y de sanar heridas que aún se sienten; si nos permitimos entrar en contacto con esto.

¿A vos te pasó de sentir que tu entrega hacia tu bebé se ve o veía limitada por dolores antiguos? Te leemos.

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